Mario, de 49 años y más de 130 kilos de peso, tenía varios días quejándose de un leve dolor de cabeza, cuerpo cortado y alta temperatura corporal. Además, tenía hinchazón en varias partes del cuerpo, sobre todo en los ojos.
Por José Abraham Sanz
Culiacán, 9 de mayo (Noroeste).- A Mario se le acababa el tiempo. Por eso su papá y sus familiares recibieron, como un golpe, esas palabras que les dijeron en el Hospital General de la colonia Antonio Rosales, al que fueron porque la Cruz Roja se negó a trasladarlo, y porque en el Hospital Civil tampoco le dieron atención médica.
Los familiares regresaron al auto y en su último intento por salvarle la vida, condujeron hacia la Cruz Roja más cercana, pero no tuvieron suerte.
Mario, quien tenía síntomas de coronavirus, falleció la tarde del jueves afuera de la base central de la Cruz Roja en Culiacán, junto al Parque Revolución.
Froy, un vecino suyo de la infancia de la colonia Libertad y quien actualmente es médico, recuerda que recibió una llamada la noche anterior. El padre de Mario le pidió que lo revisara.
El paciente, de 49 años y pesaba más de 130 kilos, tenía varios días quejándose de un leve dolor de cabeza, cuerpo cortado y alta temperatura corporal. Tenía hinchazón en varias partes del cuerpo, sobre todo en los ojos.
Temblaba, no tenía fuerza. Ya era incapaz de sostener un vaso con agua para beber.
“Me habla el papá del señor un día antes en la noche y me comenta que si puedo ir a revisar a su hijo”, recuerda Froy, el médico que lo atendió, en las afuera de una funeraria de Culiacán.
“Yo estaba laborando y no podía atenderlo de inmediato, así llegué ahí con él a las 12:50 de ayer, 7 de mayo. Cuando llegué estaba otro vecino, quien es pasante de medicina y le pregunté ¿qué pasó con el paciente?”.
La temperatura de Mario superaba los 41 grados y el oxímetro, una herramienta para medir el oxígeno y la frecuencia cardíaca, marcaba 65.
“Estamos hablando ya de un paciente que requiere de una atención urgente y que requiere de un proceso de intubación, con una ventilación artificial”, dijo el médico.
“Nos damos cuenta que es un paciente grave, yo le dije a su papá y llegó la Cruz Roja en ese momento... no iban preparados, no iban con equipo para trasladar al paciente, que según la ambulancia que tienen adaptada para eso, no estaba disponible para eso”.
El padre de Mario le cuestionó una vez más: "¿qué puedo hacer?".
"Esto es una urgencia", recalca el médico, "llévelo al hospital, súbalo a su carro y lléveselo".
“Yo no puedo decir que es un paciente de COVID”, admite el médico, “pero sí te puedo decir que es un paciente sospechoso, de acuerdo a la sintomatología que él tenía en ese momento”.
Froy asegura que la familia lo llamó porque el Hospital Civil, adonde él mismo les sugirió llevarlo, porque era uno de los nosocomios convertidos para atender a los pacientes con este padecimiento, no lo quiso recibir. Ya eran las 13:20 horas.
Los familiares y los amigos llamaron al número que la Secretaría de Salud estatal ha difundido para casos sospechosos de COVID-19 y para dudas. Ahí pidieron ayuda, les contaron sobre la situación de gravedad de Mario y sus datos. Ellos respondieron que gestionarían una cama.
“Hasta ahorita no han dado ninguna respuesta”, lamenta Froy en las afueras de la funeraria, casi un día después del fallecimiento.
En el Hospital General, según le contaron familiares, tuvieron una discusión porque no lo quisieron recibir, pero había personal que sí parecía entender la situación de gravedad, porque hasta acercaron una silla de ruedas, pero alguien más dijo que ya no recibían más a pacientes de COVID-19.
“Que no estaban recibiendo pacientes en ese momento, porque pues había otras enfermedades, que para eso estaban los otros hospitales”, recuerda que dijeron los trabajadores del Hospital General.
“Ninguno lo quiso atender. Luego fueron a otra Cruz Roja, luego cuando llegaron a la que está ahí junto al parque, ahí le iban a dar la atención y el señor falleció; le pegó, queremos pensar, un infarto, por la misma falta de ventilación. El hermano lo revive, reacciona el paciente, pero le vuelve a dar y ahí quedó”.
El fallecimiento de Mario, después de más de dos horas por rogar por atención médica en agonía, llegó a las 15:20 horas.
“Para mÍ fue una falta de atención por parte de las instituciones, como médicos sabemos la obligación que tenemos... a lo mejor, como me dijo su papá anoche, ya estaba destinado, pero si le hubieran puesto la atención, estuviera con nosotros”, recalca Froy.
“O como dijo su hermano: si a él le hubieran dado la atención, se hubiera salvado, pero no pasó”.
El médico luego reflexiona: si te enfermas, ¿qué va a pasar con uno?
“Yo tengo a mi mamá, es hipertensa, es diabética, si ella se me llega a enfermar, ¿a dónde la puedo llevar? Sino, ¿qué vamos a hacer con ella si no me la reciben?”, cuestiona.
“Hay otras personas con otras enfermedades, no necesariamente hay que pensar en un COVID, esas personas ¿qué van a hacer?, ¿a dónde van a ir? Si no se recibió a este paciente en ningún lado, pensando que es un COVID, ¿qué podemos esperar los demás?", asiente.
La causa de defunción de Mario aún no está lista, porque tampoco han llenado el certificado.
En la Cruz Roja sólo le pusieron electro para observar cómo se dibujaba la línea recta con que se demostraba la falla cardíaca.
Hasta el 6 de mayo, según información de Datos Abiertos del Gobierno federal, Sinaloa se encontraba entre los estados con mayor porcentaje de ocupación de camas con ventilador artificial con 47 por ciento.
En Culiacán, la pandemia ha golpeado severamente: el 6 de mayo se registraron 47 nuevos pacientes para llegar a 384 activos, una de las cifras más grandes del país. En cuanto a los fallecimientos, han sido Culiacán 137 de las 197 víctimas que se han registrado en todo el estado.